Aunque salimos de nuestra ciudad usualmente para visitar a la familia, nunca habíamos realizado un viaje exclusivamente turístico los tres. El destino de nuestro primer viaje fue el maravilloso Cusco, que por esta época tiene un sol tan intenso como el frío que te coge si te pones a la sombra.
Además de los preparativos logísticos previos como hacer las maletas, ver todo lo concerniente a los tours, traslados y demás, es necesario también preparar a nuestros hijos físicamente a preparar para un viaje, en especial a una ciudad en altura como Cusco.
Lamentablemente, esta vez no pusimos atención a la dieta de mi hija los días anteriores al viaje y así la noche anterior mi enana vomitó antes de dormir para luego despertarse a la medianoche (sólo a unas cuantas horas de salir al aeropuerto) a vomitar de nuevo y esta vez con un poco de fiebre.
Luego de darle Panadol para la fiebre nos vimos en la disyuntiva de cancelar todo y quedarnos en casa o abrigarla bien y emprender al aeropuerto. Felizmente le bajó la fiebre y optamos por lo segundo; la empaquetamos bien y nos fuimos al aeropuerto. Fue un pequeño riesgo el que asumimos pero en recompensa gozamos de un fin de semana inolvidable.
Ya en Cusco, decidimos no exigirle más a nuestra valiente hija, cancelamos el tour para ese día y nos quedarnos a descansar en el hotel mientras ella se recuperaba del empacho del día anterior, el soroche y la mala noche. Para el soroche sólo descanso y mate de coca con azúcar o miel.
Nunca serán suficientes las precauciones que podamos tener con nuestros enanos, así que yo recomiendo exagerar, ya que nunca sabremos cuándo necesitaremos alguna que otra medicina.
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